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Monday, May 23, 2011

¿Pueden ayudarnos los muertos?



EN África occidental, una mujer le insiste a su hijo —llamado Tamba— en que, si quiere aprobar cierto examen, debe pedir ayuda a sus familiares muertos. En la ciudad de Palermo (Sicilia), numerosos turistas visitan unas catacumbas donde se exhiben cientos de cadáveres cuidadosamente conservados. Según afirman algunos, estos cuerpos momificados pueden conceder protección divina. En la localidad de Lily Dale, en la zona oeste del estado de Nueva York, vive una gran cantidad de médiums espiritistas, y multitud de personas viajan allí todos los años para que les ayuden a ponerse en contacto con sus amigos o familiares fallecidos.
 

Como puede verse, en todo el mundo hay personas que creen que los muertos pueden protegerles. Tal vez conozca a alguien que así lo crea, o puede que usted mismo esté convencido de ello. Después de todo, es normal que añoremos a quienes ya no están con nosotros. De ahí que los médiums se ofrezcan para ponernos en contacto con ellos. Según la revista Time, una médium aseguró que los espíritus “están siempre a nuestra disposición si los invocamos”. ¿Será cierto eso? La respuesta que ofrecen las Escrituras es tan clara e inequívoca que tal vez le sorprenda.
 

¿Están conscientes los muertos?
 

La Biblia no puede ser más directa al explicar la situación en que se encuentran quienes han fallecido. Fíjese en lo que señala Eclesiastés 9:5: “Los vivos tienen conciencia de que morirán; pero en cuanto a los muertos, ellos no tienen conciencia de nada en absoluto”. Tampoco pueden tener sentimientos, pues el siguiente versículo indica: “Su amor y su odio y sus celos ya han perecido, y no tienen ya más porción hasta tiempo indefinido en cosa alguna que tenga que hacerse bajo el sol”. También es interesante el versículo 10, que afirma: “No hay trabajo ni formación de proyectos ni conocimiento ni sabiduría en el Seol, el lugar adonde vas”. La palabra Seol es un término hebreo que alude a la sepultura colectiva a la que va toda la gente al morir. Conviene destacar que en la Biblia se utiliza la palabra Hades —que es el equivalente en griego del término Seol— para referirse también al lugar simbólico en el que Jesucristo estuvo por un tiempo cuando murió (Hechos 2:31).
 

Jesús estaba al tanto de que las personas que han fallecido se encuentran, como indica Isaías 26:14, “impotentes en la muerte”. Por eso sabía que, cuando muriera y yaciera sin vida en el Hades, ya no podría seguir ayudando a la gente. De ahí que comparara su propia muerte a la noche, es decir, a un período durante el cual no se podía realizar ningún trabajo o actividad (Juan 9:4).
 

Posteriormente enseñó una idea similar cuando comparó la muerte de su amigo Lázaro a un profundo sueño (Juan 11:11-13). Cuando una persona está dormida, no puede hacer nada por los demás, pues está totalmente inconsciente.
 

Cuando una persona muere, ¿sigue viviendo su alma?
 

A muchas personas se les ha inculcado que el alma es una parte espiritual de nuestro ser que sigue viviendo cuando perece el cuerpo. Pero eso no es lo que enseña la Palabra de Dios. El libro bíblico de Génesis afirma que cuando Dios creó al primer hombre, este “vino a ser alma viviente” (Génesis 2:7). Así pues, todo ser humano es un alma; de hecho, los animales también son almas (Génesis 1:20-25). Se puede concluir, por tanto, que cuando una persona o un animal muere, el alma muere, tal como confirma la Biblia en Ezequiel 18:4.
 

Tal vez se pregunte: “Entonces, ¿por qué tantas personas aseguran que se han comunicado con muertos, que han oído sus voces o que incluso los han visto?”. Esas historias, que se escuchan en todo el mundo, animan a muchas personas a acudir a los médiums para invocar a algún amigo o familiar.
 

Pero ¿pueden ser ciertos esos relatos? Si lo fueran, estarían contradiciendo las enseñanzas de la Palabra de Dios, que Jesucristo definió como “la verdad” (Juan 17:17). Por tanto, no es posible que hayan hablado con personas muertas. Lo que es más, existe un pasaje bíblico que nos ayuda a comprender con claridad cómo debemos considerar esas historias de ultratumba. Se trata de una ocasión en la que cierto hombre intentó comunicarse con un muerto.
 

Un rey invoca a los muertos
 

Estaba a punto de librarse una batalla en el norte de Israel entre los temibles filisteos y el ejército del rey Saúl. Cuando el monarca vio el campamento filisteo, “su corazón empezó a temblar muchísimo”. Para entonces, Saúl había dejado de servir fielmente a Dios, por lo que Jehová no respondía sus oraciones. Y tampoco podía acudir al profeta Samuel, pues había fallecido algún tiempo antes. ¿Dónde encontraría ayuda? (1 Samuel 28:3, 5, 6.)
 

Viajó a la ciudad de En-dor y le rogó a una médium que le pusiera en contacto con Samuel. La mujer realizó una invocación y, supuestamente, se apareció “Samuel”. Este ser le informó a Saúl que los filisteos vencerían y que Saúl y sus hijos morirían en combate (1 Samuel 28:7-19). ¿Habló Saúl realmente con el alma inmortal de Samuel?
 

Reflexionemos en la siguiente idea. Según enseña la Biblia, cuando una persona muere, “vuelve a su suelo” y “perecen sus pensamientos” (Salmo 146:4). Además, tanto Saúl como Samuel sabían que Dios desaprueba las prácticas espiritistas. De hecho, tiempo antes, el propio rey había tomado medidas para erradicarlas del país (Levítico 19:31).
 

Por lo tanto, aun en el caso de que el espíritu del fiel Samuel siguiera vivo, ¿habría desobedecido a Dios colaborando con una médium para comunicarse con Saúl? Además, si Jehová no quería responder a las súplicas de Saúl, ¿podría una simple médium obligar a Dios a hablar con el rey a través de Samuel? No, ni mucho menos. Está claro que ese “Samuel” no era el profeta de Dios que había muerto. En realidad, se trataba de un demonio que se hizo pasar por Samuel.
 

Pero ¿quiénes son los demonios? Son ángeles que se rebelaron contra Dios al principio de la historia humana (Génesis 6:1-4; Judas 6). Ellos pueden vernos y saben qué aspecto tenemos, cómo hablamos y cómo actuamos. Además, lo que más desean es sembrar dudas sobre la veracidad de las enseñanzas bíblicas. 

No es de extrañar que la Palabra de Dios advierta que no debemos tener relación con el espiritismo, práctica que califica de “detestable” (Deuteronomio 18:10-12). Y no podemos bajar la guardia, pues los demonios siempre están en pie de guerra.
 

¿Comprende ahora de dónde vienen muchas de esas voces y apariciones de supuestos familiares o amigos muertos? En efecto, se trata de los demonios. Y aunque tales encuentros a veces parezcan inofensivos, lo que los demonios pretenden es engañarnos (Efesios 6:12). Por otro lado, no hay que olvidar que Jehová nos ama y desea lo mejor para nosotros. Si nuestros seres queridos siguieran viviendo en algún lugar y pudieran ayudarnos, ¿por qué iba a prohibirnos tener contacto con ellos? ¿Por qué iba a calificar de detestable el espiritismo? (1 Pedro 5:7.) Ahora bien, ya que no es posible invocar a los muertos, ¿a quién podemos acudir cuando necesitamos ayuda?
 

Verdadera ayuda para todos
 

Como hemos visto, quienes han muerto no pueden hacer nada por quienes estamos vivos. Además, si intentamos comunicarnos con ellos, no solo no lo conseguiremos, sino que correremos un grave peligro. ¿Por qué? Porque estaremos desobedeciendo a Dios y nos estaremos exponiendo al ataque de los demonios.
 

No obstante, la Biblia muestra que hay alguien que sí puede proporcionarnos verdadera ayuda: nuestro Creador, Jehová. Él es tan poderoso que incluso puede liberarnos de las garras de la muerte (Salmo 33:19, 20). Y él siempre está ahí para ayudarnos, dándonos lo que jamás podría darnos ningún médium: una esperanza real.
 

Tamba, de quien hablamos al principio, aprendió la gran diferencia que hay entre las mentiras de los espiritistas y la verdad que nos brinda Jehová. Los médiums aseguraban que, para aprobar su examen, tenía que presentar un sacrificio ante sus antepasados. Pero él había comenzado a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová, así que ya sabía la verdad sobre los muertos y conocía las trampas de los demonios. Por eso, cuando su madre le insistió en que acudiera a un médium, Tamba respondió: “No voy a hacerlo, mamá. Y si no apruebo, el próximo año lo intentaré con más ganas”.
 

¿Qué ocurrió? ¡Que obtuvo la mejor calificación de la clase! Su madre quedó tan asombrada que perdió la fe en los espiritistas y no volvió a hablar de hacer sacrificios a los antepasados. Por su parte, Tamba vio que la Biblia tiene razón al enseñar que no se debe recurrir “a personas muertas en pro de personas vivas” (Isaías 8:19). Comprendió que hacer la voluntad de Jehová siempre nos beneficia (Salmo 1:1-3).
 

Ahora bien, ¿qué hay de las personas que han fallecido? ¿Tenemos alguna esperanza de volver a verlas? 

Felizmente, Jehová también ha prometido ayudarlas. En el libro de Isaías, tras explicar que los muertos no pueden hacer nada, el profeta dice: “Tus muertos vivirán. [...] ¡Despierten y clamen gozosamente, residentes del polvo!”. En efecto, las personas muertas volverán a vivir, como el mismo versículo asegura a continuación (Isaías 26:19).
 

¿Se imagina lo maravilloso que será cuando resuciten miles de millones de personas? La Biblia revela que Jehová anhela la llegada de ese día (Job 14:14, 15). Y no piense que es demasiado bueno para ser cierto. Jesucristo estaba convencido de esa esperanza. De hecho, explicó que Jehová ve a los muertos como si siguieran con vida (Lucas 20:37, 38).
 

Y a usted, ¿le gustaría tener la misma confianza que Jesús en esa promesa? En ese caso, lo invitamos a aprender más de la Biblia. A medida que vaya profundizando en ella, se convencerá de que Jehová puede ayudar tanto a los vivos como a los muertos. Verá que todas sus promesas son “fieles y verdaderas” (Revelación [Apocalipsis] 21:4, 5).

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