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Monday, May 16, 2011

¿Es incorrecto pronunciar el nombre de Dios?

El punto de vista bíblico
 


 

EL JUDAÍSMO lleva siglos enseñando que el nombre divino, Jehová, es demasiado sagrado para pronunciarlo (Salmo 83:18). Muchos teólogos han argüido que es una falta de respeto dirigirse al glorioso Creador con tanta familiaridad, o incluso que constituye una infracción del tercero de los Diez Mandamientos, el cual prohíbe ‘tomar en vano el nombre del Señor’ (Éxodo 20:7, Torres Amat). En el siglo III de nuestra era, la Misná dijo que entre “los que no tienen parte en la vida futura” se halla “el que pronuncia el nombre de Dios con sus letras” (Sanedrín 10:1).
 

Curiosamente, muchos eruditos de la cristiandad siguen el espíritu de esta tradición judía al traducir la Biblia. 

Por ejemplo, The New Oxford Annotated Bible indica en el prólogo: “El uso de cualquier nombre propio para designar al Dios único, como si hubiese otros dioses de los cuales se le tuviera que distinguir, se descontinuó en el judaísmo antes de la era cristiana y es impropio para la fe universal de la Iglesia cristiana”. Por consiguiente, en esa versión se reemplaza el nombre divino con la palabra SEÑOR.
 

¿Qué piensa Dios?
 

Ahora bien, ¿reflejan las opiniones de tales traductores y teólogos el criterio de Dios? Después de todo, él no optó por esconder su nombre a la humanidad, sino que se lo reveló. En la sección hebrea de la Biblia, comúnmente llamada Antiguo Testamento, el nombre divino, Jehová, aparece más de seis mil ochocientas veces. Las Escrituras muestran que ya la primera pareja humana, Adán y Eva, conocía y utilizaba el nombre de Dios. Al dar a luz a su primer hijo, Eva dijo: “He producido un hombre con la ayuda de Jehová” (Génesis 4:1).
 

Siglos después, cuando Dios le pidió a Moisés que sacara a la nación de Israel de Egipto, donde vivía en esclavitud, Moisés le preguntó: “Supongamos que llego ahora a los hijos de Israel y de hecho les digo: ‘El Dios de sus antepasados me ha enviado a ustedes’, y ellos de hecho me dicen: ‘¿Cuál es su nombre?’. ¿Qué les diré?”. Moisés bien pudo preguntarse si Dios se revelaría con algún nombre nuevo. Dios le contestó: “Esto es lo que habrás de decir a los hijos de Israel: ‘Jehová el Dios de sus antepasados, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a ustedes’. Este es mi nombre hasta tiempo indefinido, y este es la memoria de mí a generación tras generación” (Éxodo 3:13, 15). Es obvio que el Dios verdadero no pensaba que su nombre era demasiado sagrado para que lo pronunciara su pueblo.
 

De hecho, los siervos fieles de Dios de todas las generaciones han pronunciado libre y respetuosamente el nombre divino. Boaz, siervo leal de Dios, saludaba a sus segadores con las palabras: “Jehová esté con ustedes”. ¿Se sorprendían ellos de escuchar tal saludo? No. El relato señala: “A su vez, ellos le decían: ‘Jehová te bendiga’” (Rut 2:4). Aquellos hombres no consideraban que este saludo fuera una afrenta a Dios, sino un modo de darle gloria y honra en sus ocupaciones diarias. Con ese mismo espíritu, Jesús enseñó a sus discípulos a pedir en oración: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” (Mateo 6:9).
 

El tercer mandamiento
 

¿Qué puede decirse, pues, de la prohibición expresada en el tercero de los Diez Mandamientos? Éxodo 20:7 indica tajantemente: “No debes tomar el nombre de Jehová tu Dios de manera indigna, porque Jehová no dejará sin castigo al que tome su nombre de manera indigna”.
 

¿Qué significa exactamente tomar el nombre de Dios “de manera indigna”? La publicación The JPS Torah Commentary, editada por la Sociedad de Publicaciones Judías, explica que el término hebreo traducido arriba por “de manera indigna” (lasch‧scháv’) puede significar “en falso” o “inútilmente, en vano”. La misma obra de consulta prosigue: “La ambigüedad [de este vocablo hebreo] deja margen para proscribir el perjurio en los juicios, el juramento en falso y el empleo innecesario o frívolo del Nombre divino”.
 

Este comentario judío resalta con razón que ‘tomar el nombre de Dios de manera indigna’ implica utilizarlo impropiamente. Pero ¿puede decirse en justicia que sea “innecesario o frívolo” pronunciarlo para instruir al prójimo acerca de Dios o cuando oramos a nuestro Padre celestial? Jehová expresa su opinión mediante las palabras del Salmo 91:14: “Porque en mí él ha puesto su cariño, yo también le proveeré escape. Lo protegeré porque ha llegado a conocer mi nombre”.
 

¿Qué importancia tiene?
 

La traducción al inglés moderno titulada The Five Books of Moses, de Everett Fox, rompe con la tradición. 

Representa el nombre divino con la grafía YHWH en lugar del habitual SEÑOR, “con la intención de reflejar la experiencia del lector hebreo”. Su autor señala: “El lector notará de inmediato que el nombre personal del Dios de la Biblia aparece en esta obra en la forma YHWH”. Fox admite que la visión del nombre divino puede “sacudir” al lector. Pero después de la loable acción de no ocultar el nombre de Dios en la traducción, añade: “Recomiendo el uso del tradicional el SEÑOR en la lectura en voz alta, aunque cada uno puede seguir su propia costumbre”. Pero ¿es simplemente una cuestión de gusto personal, de tradición o de costumbre?
 

No. La Biblia no solo anima a utilizar el nombre divino correctamente, sino que manda hacerlo. En Isaías 12:4a se representa al pueblo de Dios exclamando con términos inequívocos: “¡Den gracias a Jehová! Invoquen su nombre”. Además, el salmista dice con respecto a los que merecen la condenación divina: “Derrama tu furia sobre las naciones que no te han conocido, y sobre los reinos que no han invocado tu propio nombre” (Salmo 79:6; véase también Proverbios 18:10; Sofonías 3:9).
 

Por lo tanto, aunque algunos se abstienen de pronunciar el glorioso nombre de Jehová a causa de una interpretación errónea del tercer mandamiento, los que aman de verdad a Dios procuran invocar su nombre. 

En efecto, en toda ocasión oportuna ‘dan a conocer entre los pueblos sus tratos y hacen mención de que su nombre está puesto en alto’ (Isaías 12:4b).
 

[Nota]
 

En la sección hebrea de la Biblia (el Antiguo Testamento), se representa el nombre de Dios con cuatro letras, que pueden transliterarse YHWH. Aunque se desconoce su pronunciación exacta, en español se dice normalmente Jehová.

Fragmento de los Rollos del mar Muerto correspondiente al libro de los Salmos. El nombre de Dios, Jehová (YHWH), aparece en una forma de escritura hebrea más antigua que la del resto del rollo

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