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Saturday, May 14, 2011

DÍA DEL JUICIO


 

“Día” o período específico en el que grupos determinados, naciones o toda la humanidad son llamados para rendir cuentas ante Dios. Puede ser un tiempo de ejecución para aquellos que hayan sido juzgados merecedores de muerte, o el juicio puede suministrar la oportunidad para que algunos sean liberados e incluso reciban vida eterna. Jesucristo y sus apóstoles señalaron hacia un futuro “Día del Juicio”, que no solo afectaría a los vivos, sino también a los que hubiesen muerto en el pasado. (Mt 10:15; 11:21-24; 12:41, 42; 2Ti 4:1, 2.)
 

Tiempos de juicio en el pasado. 

En el pasado Jehová pidió cuentas en diversas ocasiones a algunos pueblos y naciones por sus hechos, y ejecutó su juicio contra ellos y los destruyó. Pero tales juicios de destrucción no eran demostraciones arbitrarias de fuerza bruta o de gran poder. Algunas veces la palabra hebrea para “juicio [misch‧pát]” también se traduce “justicia” y “lo que es recto”. (Esd 7:10; Gé 18:25.) La Biblia subraya que Jehová “es amador de justicia y derecho”, de manera que sus juicios de destrucción abarcan estas dos cualidades. (Sl 33:5.)
 

En algunas ocasiones los juicios de destrucción eran provocados por la conducta inicua que las personas demostraban en su vida cotidiana. Sodoma y Gomorra son un ejemplo en este sentido. Jehová inspeccionó las ciudades y determinó que el pecado de sus habitantes era muy grave, de modo que decidió arruinarlas. (Gé 18:20, 21; 19:14.) Tiempo después, Judas escribió que aquellas ciudades experimentaron “el castigo judicial [gr. dí‧kēn, “juicio”, Val, 1909; “justicia”, CP; “justa pena”, ENP] de fuego eterno” (Jud 7), o, en otras palabras, experimentaron un “día” de juicio.
 

Jehová dirigió una causa judicial contra la antigua Babilonia, que por mucho tiempo había sido enemiga de Dios y de su pueblo. Debido a su innecesaria crueldad con los judíos, no tener la intención de liberarlos después de setenta años de cautiverio y atribuir la victoria sobre el pueblo de Jehová a su dios Marduk, Babilonia estaba en vías de recibir un juicio de destrucción. (Jer 51:36; Isa 14:3-6, 17; Da 5:1-4.) Ese juicio le sobrevino en 539 a. E.C. cuando cayó ante los medos y los persas. Debido a que fue Jehová quien ejecutó el juicio, se podía llamar a ese período “el día de Jehová”. (Isa 13:1, 6, 9.)
 

De manera similar, Jeremías profetizó que Dios tendría que “ponerse en juicio” contra Edom, entre otros pueblos (Jer 25:17-31), de modo que esa nación que había mostrado odio a Jehová y su pueblo experimentó un juicio de destrucción en el “día de Jehová”. (Abd 1, 15, 16.)
 

Cuando Judá y Jerusalén se volvieron infieles y se ganaron la desaprobación de Dios, Él prometió “[ejecutar] en medio de [ellas] decisiones judiciales”. (Eze 5:8.) En 607 a. E.C. llegó “el día del furor de Jehová” con una ejecución de su juicio de destrucción. (Eze 7:19.) Sin embargo, se predijo que sobre Jerusalén vendría otro “día” o tiempo de juicio. Joel profetizó que se derramaría el espíritu antes del “día de Jehová, grande e inspirador de temor”. (Joe 2:28-31.) En el día del Pentecostés de 33 E.C., Pedro explicó bajo inspiración que en aquel entonces ellos estaban experimentando un cumplimiento de aquella profecía. (Hch 2:16-20.) El destructivo “día de Jehová” llegó en 70 E.C., cuando los ejércitos romanos ejecutaron el juicio divino contra los judíos. Como Jesús predijo, aquellos fueron “días para hacer justicia”. (Lu 21:22; )
 

Juicios futuros de destrucción. 

Aparte de las profecías de las Escrituras Hebreas, la Biblia hace referencia específica a varios días de juicio de destrucción futuros. Revelación habla del tiempo en el que “Babilonia la Grande” será quemada con fuego por completo. Este castigo judicial se debe a su fornicación con las naciones y a que se ha emborrachado con la sangre de los testigos de Jesús. (Rev 17:1-6; 18:8, 20; 19:1, 2.) 

Pedro se refirió a lo que ocurrió en el día de Noé, y predijo otro día de destrucción, un “día de juicio y de la destrucción de los hombres impíos”. (2Pe 3:7.) El libro de Revelación dice que esa destrucción será ejecutada por “La Palabra de Dios”, quien herirá a las naciones con una espada larga. (Rev 19:11-16; compárese con Jud 14, 15.) En el primer siglo ya se había pronunciado juicio contra el Diablo, y los demonios, a quienes él dirige, sabían que serían arrojados al abismo, como le ocurrirá a Satanás. (1Ti 3:6; Lu 8:31; Rev 20:1-3.) Por lo tanto, se desprende que el juicio que les espera es tan solo la ejecución de un juicio que ya ha sido determinado. (Jud 6; 2Pe 2:4; 1Co 6:3.)
 

El “juicio” puede ser condenatorio o no. 

La mayoría de las veces que aparece la palabra “juicio” (gr. krí‧sis y krí‧ma) en las Escrituras Griegas Cristianas tiene el sentido obvio de juicio condenatorio o adverso. En Juan 5:24, 29 el término “juicio” se usa en contraste con “vida” y “vida eterna”, lo que da a entender con claridad un juicio condenatorio que significa pérdida absoluta de la vida o, en otras palabras, muerte. (2Pe 2:9; 3:7; Jn 3:18, 19.) Sin embargo, no todo juicio adverso lleva inevitablemente a la destrucción, como lo ilustran las observaciones de Pablo en 1 Corintios 11:27-32 respecto a la celebración de la Cena del Señor. 

Si una persona no discernía lo que estaba haciendo, podía comer o beber “juicio contra sí mismo”. A continuación Pablo añade: “Cuando se nos juzga, somos disciplinados por Jehová, para que no lleguemos a ser condenados con el mundo”. Por consiguiente, alguien podía recibir juicio adverso, pero si se arrepentía, no se le destruía para siempre.
 

Además, de 2 Corintios 5:10 se desprende que es posible que un juicio no sea condenatorio. De aquellos que son “puestos de manifiesto ante el tribunal del Cristo” se dice lo siguiente: “Cada uno [recibirá] su retribución [...], según las cosas que haya practicado, sea cosa buena o vil”. El juicio mencionado en Revelación 20:13 tiene un resultado favorable para muchos. Aquellos de los muertos que son juzgados que reciben un juicio adverso son arrojados al “lago de fuego”, en tanto que los demás salen del juicio y se les ‘halla escritos en el libro de la vida’. (Rev 20:15.)
 

Día de juicio en el que cada uno rendirá cuentas. 

Los hebreos precristianos estaban familiarizados con la idea de que Dios los consideraría personalmente responsables de su conducta. (Ec 11:9; 12:14.) Las Escrituras Griegas Cristianas explican que habrá un período o “día” específico en el que la humanidad, tanto los vivos como los muertos, serán juzgados individualmente. (2Ti 4:1, 2.)
 

Identidad de los jueces.

En las Escrituras Hebreas se identifica a Jehová como el “Juez de toda la tierra”. (Gé 18:25.) De manera similar, en las Escrituras Griegas Cristianas se le llama “el Juez de todos”. (Heb 12:23.) 

Sin embargo, Él ha comisionado a su Hijo para que juzgue por Él. (Jn 5:22.) La Biblia dice que Dios ha “decretado” que Jesús sea juez, una función para la que ha sido “nombrado” y “destinado”. (Hch 10:42; 17:31; 2Ti 4:1.) El que Dios haya dado esa autoridad a Jesús resuelve cualquier aparente contradicción entre el texto que dice que los individuos estarán “de pie ante el tribunal de Dios” y el versículo que dice que “[serán] puestos de manifiesto ante el tribunal del Cristo”. (Ro 14:10; 2Co 5:10.)
 

Jesús también dijo a sus apóstoles que cuando se sentara en su trono en la “re-creación”, ellos se sentarían “sobre doce tronos” para juzgar. (Mt 19:28; Lu 22:28-30.) Pablo indicó que los cristianos que habían sido “llamados a ser santos” juzgarían al mundo. (1Co 1:2; 6:2.) También, el apóstol Juan vio en visión el tiempo en el que algunos recibirían “poder para juzgar”. (Rev 20:4.) En vista de los textos supracitados, se desprende que recibirán ese poder los apóstoles y los otros santos. Tal conclusión la confirma el resto del versículo, que habla de los que gobernarán con Cristo durante el milenio como reyes y jueces.
 

Lo que se decida durante el Día del Juicio sin duda será justo, pues los juicios de Jehová son “verdaderos y justos”. (Rev 19:1, 2.) El juicio que Él autoriza a otros a dictar también es justo y verdadero. (Jn 5:30; 8:16; Rev 1:1; 2:23.) No se pervertirá la justicia ni se esconderán los hechos.
 

Incluye la resurrección. 

Cuando Jesús usó la expresión Día del Juicio, hizo referencia a una resurrección de los muertos. Comentó que algunas ciudades podían rechazar a los apóstoles y su mensaje, y luego dijo: “En el Día del Juicio le será más soportable a la tierra de Sodoma y Gomorra que a aquella ciudad”. (Mt 10:15.) Aunque la expresión de Jesús tenía un valor hiperbólico (pues Sodoma y Gomorra habían sufrido destrucción eterna), sus palabras se referían a un juicio futuro, al menos para algunos habitantes de la ciudad judía que los rechazase. (Compárese con Mt 11:22-24; Lu 10:13-15; Jud 7.) Más explícito aún fue este otro comentario suyo: “La reina del Sur será levantada en el juicio”. (Mt 12:41, 42; Lu 11:31, 32.) Al examinar las declaraciones bíblicas de que Jesús juzgará “a los vivos y a los muertos”, debería tenerse en cuenta que el Día del Juicio incluye la resurrección. (Hch 10:42; 2Ti 4:1.)
 

Un último indicio de que muchos de los que serán escudriñados en el Día del Juicio serán personas resucitadas es la información registrada en Revelación 20:12, 13, donde se alude a personas que están “de pie delante del trono”. Luego se menciona a los muertos, así como el hecho de que la muerte y el Hades entregan a los muertos que hay en ellos para ser juzgados.
 

Cuándo será el Día del Juicio. 

En Juan 12:48 Cristo relaciona el juicio de las personas con “el último día”. En Revelación 11:17, 18 se habla de un juicio de los muertos, juicio que tiene lugar después de que Dios toma su gran poder y empieza a gobernar como rey de una manera especial. La secuencia de acontecimientos que se registra en los capítulos 19 y 20 de Revelación proporciona más detalles al respecto. Allí se hace mención de una guerra en la que el “Rey de Reyes” pone fin a “los reyes de la tierra y a sus ejércitos” (unos capítulos antes [16:14] se llama a esta acción “la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso”). Luego se dice que se ata a Satanás por mil años, durante los cuales hay quienes sirven con Cristo como reyes y jueces. En el mismo contexto se mencionan la resurrección y el juicio de los muertos. Por lo tanto, se deduce que ese período de tiempo es el que corresponde al Día del Juicio, algo perfectamente posible, pues desde el punto de vista de las Escrituras se puede considerar un período de mil años como un “día”. (2Pe 3:8; Sl 90:4.)
 

Base para juicio.

Con respecto a lo que tendrá lugar durante ese tiempo de juicio, Revelación 20:12 dice que los muertos resucitados serán “juzgados de acuerdo con las cosas escritas en los rollos según sus hechos”. A los resucitados no se les juzgará sobre la base de las obras que hicieron en su vida anterior, pues la regla registrada en Romanos 6:7 dice: “El que ha muerto ha sido absuelto de su pecado”.
 

No obstante, Jesús dijo que la renuencia a prestar atención a sus poderosas obras y arrepentirse, o no responder al mensaje de Dios, haría más difícil soportar el Día del Juicio. (Mt 10:14, 15; 11:21-24.)

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