En ese momento, Jesús estaba en la Tierra, y aún no había ascendido, o regresado, al cielo. Pero lo que sabemos de él y del contexto de sus palabras nos ayuda a entender lo que dijo.
Se dice que Jesús “descendió del cielo” porque había vivido en el ámbito celestial con su Padre y al tiempo señalado, su vida fue transferida a la matriz de María, lo que resultó en que él naciera como ser humano (Lucas 1:30-35; Gálatas 4:4; Hebreos 2:9, 14, 17). Tras su muerte, Jesús resucitaría como criatura espiritual y volvería a estar con Jehová. Por eso, poco antes de morir, él pidió en oración: “Padre, glorifícame al lado de ti mismo con la gloria que tenía al lado de ti antes que el mundo fuera” (Juan 17:5; Romanos 6:4, 9; Hebreos 9:24; 1 Pedro 3:18).
Jesús aún no había regresado al cielo cuando habló con Nicodemo, un fariseo y maestro de Israel. De hecho, ningún ser humano había muerto y ascendido al ámbito espiritual, al cielo. Jesús mismo señaló que, aunque Juan el Bautista era un sobresaliente profeta de Dios, “el que sea de los menores en el reino de los cielos es mayor que él” (Mateo 11:11). Y el apóstol Pedro explicó que hasta el fiel rey David había muerto y aún estaba en su tumba; no había ascendido al cielo (Hechos 2:29, 34). ¿Por qué razón no fueron al cielo David, Juan el Bautista y otros siervos fieles que murieron antes de Jesús? Porque murieron antes de que este abriera el camino o la posibilidad de que los seres humanos fueran resucitados para vivir en el cielo. El apóstol Pablo escribió que Jesús, como precursor, ‘inauguró un camino nuevo y vivo’ al cielo (Hebreos 6:19, 20; 9:24; 10:19, 20).
Puesto que Jesús aún no había muerto ni resucitado, ¿a qué se refería cuando dijo a Nicodemo: “Ningún hombre ha ascendido al cielo sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre”? (Juan 3:13.) Analicemos el contexto para ver de qué hablaba Jesús con Nicodemo.
Cuando ese gobernante judío visitó a Jesús al amparo de la noche, este le dijo: “Muy verdaderamente te digo: A menos que uno nazca de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3). En respuesta, Nicodemo preguntó: “¿Cómo puede nacer el hombre cuando es viejo? No puede entrar en la matriz de su madre por segunda vez y nacer, ¿verdad?”. Es obvio, pues, que él no entendía esta enseñanza divina relacionada con el Reino de Dios. ¿Había alguna manera como podía llegar a entenderla? No desde una óptica humana; ningún hombre podía enseñarle porque ningún hombre había estado en el cielo, y por eso, nadie podía explicarle en qué consistía entrar en el Reino. El único que podía enseñar a Nicodemo y a los demás era Jesús, porque él había descendido del cielo y estaba capacitado para enseñar a las personas sobre estos asuntos.
La pregunta que se plantea sobre este texto bíblico ilustra un punto valioso respecto al estudio de la Palabra de Dios: no es razonable tropezar porque nos cueste entender un pasaje. Lo que la Biblia dice en un lugar debe examinarse a la luz de otros pasajes y debe armonizar con ellos. Además, a menudo el contexto —la situación o el tema que se está tratando— nos ayuda a encontrar el significado razonable y lógico de un texto bíblico que pudiera considerarse desconcertante.
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