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Saturday, March 26, 2011

¿Qué es una mentira?


 

Toda mentira es una falsedad, pero no toda falsedad es una mentira. ¿Por qué? La palabra mentira se define como “cosa que se dice sabiendo que no es verdad con intención de engañar”. Como vemos, mentir conlleva la intención de engañar a alguien. Por tanto, decir una falsedad inconscientemente —como dar a alguien cifras o datos equivocados por error— no es lo mismo que decir una mentira.
 

Además, hemos de tomar en cuenta si la persona que pide la información tiene el derecho de recibir una respuesta exhaustiva. Por ejemplo, supongamos que quien le hizo las preguntas a Manuel hubiera sido un ejecutivo de otra empresa. ¿Habría estado obligado a darle muchos detalles? En realidad, no. Como dicho ejecutivo no tendría derecho a recibir tal información, Manuel tampoco se habría visto en la obligación de proporcionársela. De todas formas, aun en ese caso, habría estado mal que mintiera.
 

¿Qué ejemplo nos dio Jesucristo al respecto? En cierta ocasión, unas personas que no tenían fe en él le recomendaron: “Sal de aquí y ve a Judea”. Jesús respondió: “Ustedes suban a la fiesta [que se celebra en Jerusalén]; yo no subo todavía a esta fiesta, porque mi debido tiempo todavía no ha llegado cabalmente”. 

Poco después, Jesús sí fue a Judea para celebrar la fiesta en Jerusalén. ¿Por qué les respondió de aquella manera? Porque a ellos no les correspondía conocer con todo detalle su paradero. Así que, aunque Jesús no dijo nada falso, la respuesta que les dio fue incompleta y así limitó el daño que hubieran podido hacerle a él o a sus seguidores. Pero no mintió. El apóstol Pedro precisamente dijo sobre Cristo: “Él no cometió pecado, ni en su boca se halló engaño” (Juan 7:1-13; 1 Pedro 2:22).
 

¿Y qué se puede decir del propio Pedro? ¿Acaso no mintió tres veces la noche que detuvieron a Jesús, y hasta negó conocerlo? En efecto, Pedro sucumbió al temor al hombre y mintió. Pero al momento “lloró amargamente” y se arrepintió, por lo que su pecado fue perdonado. Además, Pedro aprendió de aquel error. 

Unos días después habló en público sobre Jesús y, pese a las amenazas de las autoridades judías de Jerusalén para que cesara de hacerlo, Pedro no se dejó intimidar. La falta de Pedro y su rápido cambio de actitud debería animarnos, pues en un momento de debilidad, todos podemos ceder a la presión y tropezar de palabra u obra (Mateo 26:69-75; Hechos 4:18-20; 5:27-32; Santiago 3:2).
 

La verdad será establecida para siempre
 

“El labio de la verdad es el que será establecido firmemente para siempre, pero la lengua de falsedad no durará más de un momento.” (Proverbios 12:19.) Así es, la verdad perdura. Y las relaciones humanas son más estables y satisfactorias cuando las personas se comprometen a decir la verdad y obrar en conformidad con ella. La verdad produce de inmediato beneficios como una conciencia limpia, una buena reputación y buenas relaciones dentro del matrimonio, en la familia, con los amigos y hasta en los negocios.
 

Las mentiras, en cambio, no pueden resistir el paso del tiempo. Una lengua que profiere falsedades quizás engañe por un tiempo, pero a la larga todo termina sabiéndose. Además, Jehová, el Dios de la verdad, no tolerará para siempre la falsedad ni a los que promueven la mentira. La Biblia promete que Jehová erradicará la influencia de Satanás, el padre de la mentira, que está extraviando a toda la tierra habitada. Sí, Jehová pronto acabará con todos los mentirosos y con todas las mentiras (Revelación 21:8).
 

¡Qué alivio sentiremos cuando “el labio de la verdad” sea por fin establecido firmemente para siempre!

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