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Monday, March 14, 2011

Cómo evitar un paro cardíaco espiritual


 

Era un deportista de renombre internacional, dominaba su especialidad a la perfección, y todo parecía indicar que disfrutaba de una excelente condición física. De pronto, en una sesión de entrenamiento, se desplomó y murió. Nos referimos a Serguéi Grinkov, ganador de dos medallas olímpicas de oro en patinaje sobre hielo, cuya carrera quedó truncada justo en su mejor momento. Tenía apenas 28 años. ¿Cuál fue la causa de esta tragedia? Un infarto de miocardio. Aunque se dijo que fue una muerte completamente inesperada, pues no se habían manifestado indicios de padecimientos cardíacos, los forenses descubrieron que tenía el corazón agrandado y las arterias coronarias muy obstruidas.
 

PUDIERA dar la impresión de que numerosos ataques cardíacos ocurren sin previo aviso, pero las autoridades sanitarias aclaran que rara vez sucede así. La verdad es que con frecuencia se pasan por alto las señales externas y los factores de riesgo, como la dificultad para respirar, el sobrepeso y los dolores de pecho. Como resultado, aun cuando no mueran al momento de sufrir un infarto, muchas personas quedarán gravemente incapacitadas de por vida.
 

El criterio de la comunidad médica actual es que la prevención exige vigilar de continuo la dieta y el estilo de vida, así como someterse a reconocimientos frecuentes. Tales medidas, aunadas al deseo sincero de efectuar los cambios necesarios, contribuirán mucho a evitar los trágicos efectos de un ataque cardíaco.
 

Existe, sin embargo, otro aspecto de nuestro órgano vital que merece aun mayor atención. “Más que todo lo demás que ha de guardarse, salvaguarda tu corazón —exhorta la Biblia—, porque procedentes de él son las fuentes de la vida.” (Proverbios 4:23.) Desde luego, esta cita bíblica se refiere principalmente al corazón figurativo. Si resguardar el corazón físico exige vigilancia, de mucha más importancia es proteger el corazón figurativo de las enfermedades que pudieran llevarnos a la muerte espiritual.
 

Anatomía del infarto espiritual
 


Una de las maneras más seguras de evitar este tipo de infarto, al igual que sucede con las enfermedades cardíacas, es investigar qué lo causa y tomar las medidas preventivas necesarias. Analicemos, por tanto, algunos factores básicos que provocan problemas del corazón, tanto literal como simbólico.
 

La dieta. Es de aceptación general el hecho de que la comida basura, aunque sea apetitosa, aporta muy pocos beneficios, por no decir ninguno, a la salud. De forma parecida, la “comida basura” mental es fácil de conseguir y seduce los sentidos, pero perjudica la espiritualidad. Las relaciones sexuales ilícitas, el abuso de las drogas, la violencia y el ocultismo abundan, ingeniosamente promocionados, en los medios de difusión; sin embargo, constituyen una dieta mental mortífera para el corazón figurativo. La Palabra de Dios advierte: “Todo lo que hay en el mundo —el deseo de la carne y el deseo de los ojos y la exhibición ostentosa del medio de vida de uno— no se origina del Padre, sino que se origina del mundo. Además, el mundo va pasando, y también su deseo, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Juan 2:16, 17).
 

De la misma manera que los alimentos sanos, como frutas y verduras, resultan poco apetitosos al adicto a la comida basura, el alimento espiritual saludable y sólido tiene escaso atractivo para quien está acostumbrado a alimentar su mente y corazón con productos mundanos. Quizá subsista por un tiempo con la “leche” de la Palabra de Dios (Hebreos 5:13). Pero, a la larga, no alcanza la madurez que necesita para cumplir con sus obligaciones básicas en la congregación y el ministerio cristianos (Mateo 24:14; 28:19; Hebreos 10:24, 25). 

Algunos que se hallan en tales circunstancias han dejado que su vigor espiritual disminuya a tal grado que se convierten en Testigos inactivos, o no practicantes.
 

Otro peligro es dejarse engañar por la apariencia. El cumplimiento mecánico de las tareas cristianas tal vez encubra la fragilidad del corazón figurativo, la cual empeora cuando la persona se entrega en secreto a filosofías materialistas o a entretenimiento que contiene inmoralidad sexual, violencia u ocultismo. Aunque es posible que a simple vista la “dieta” deficiente no afecte a la espiritualidad, llevará a que el corazón figurativo se paralice, igual que un régimen alimenticio inadecuado endurece las arterias y daña el corazón literal. Jesús advirtió del peligro de permitir que los deseos impropios entren al corazón, con las palabras: “Todo el que sigue mirando a una mujer a fin de tener una pasión por ella ya ha cometido adulterio con ella en su corazón” (Mateo 5:28). En efecto, una dieta espiritual deficiente es capaz de provocar un infarto espiritual. Sin embargo, existen otros factores.
 

El ejercicio. Es bien sabido que el sedentarismo aumenta la probabilidad de sufrir ataques cardíacos. De manera parecida, una vida sedentaria en sentido espiritual puede acarrear consecuencias graves. Por ejemplo, tal vez alguien tenga cierta participación en el ministerio cristiano, pero solo dentro de los límites de lo que podría denominarse la “zona cómoda”, haciendo poco o ningún esfuerzo por llegar a ser un “trabajador que no tiene de qué avergonzarse, que maneja la palabra de la verdad correctamente” (2 Timoteo 2:15). O quizás asista a algunas reuniones cristianas, pero no se esfuerce mucho por prepararse ni por participar. No tiene metas teocráticas, ni apetito o entusiasmo por lo espiritual. Esa falta de “ejercicio” con el tiempo debilita, incluso apaga, cualquier tipo de fe que haya tenido alguna vez (Santiago 2:26). El apóstol Pablo señaló este peligro cuando escribió a los cristianos hebreos, algunos de los cuales al parecer habían adoptado un estilo de vida sedentario en sentido espiritual. Observemos cómo advirtió de los posibles efectos endurecedores que eso tendría: “Cuidado, hermanos, por temor de que alguna vez se desarrolle en alguno de ustedes un corazón inicuo y falto de fe al alejarse del Dios vivo; pero sigan exhortándose los unos a los otros cada día, mientras pueda llamársele ‘Hoy’, por temor de que alguno de ustedes se deje endurecer por el poder engañoso del pecado” (Hebreos 3:12, 13).
 

La tensión nerviosa. Tal como los altos niveles de estrés figuran entre las causas principales del infarto de miocardio, es fácil que las tensiones, o “las inquietudes de la vida”, resulten mortales para el corazón figurativo, hasta el punto de hacer que la víctima cese por completo de servir a Dios. Por ello es oportuna la advertencia de Jesús a este respecto: “Presten atención a sí mismos para que sus corazones nunca lleguen a estar cargados debido a comer con exceso y beber con exceso, y por las inquietudes de la vida, y de repente esté aquel día sobre ustedes instantáneamente como un lazo” (Lucas 21:34, 35). Nuestro corazón figurativo también se ve afectado por la tensión cuando nos atormenta un pecado oculto por un período prolongado. El rey David aprendió por experiencia propia el dolor relacionado con tal ansiedad dañina, y dijo: “No hay paz en mis huesos debido a mi pecado. Porque mis propios errores han pasado sobre mi cabeza; como una carga pesada son demasiado pesados para mí” (Salmo 38:3, 4).
 

Exceso de confianza. Muchas víctimas del infarto confiaban demasiado en su salud justo antes de sufrirlo. 

Rechazaban y hasta se reían de los reconocimientos médicos periódicos, afirmando que eran totalmente innecesarios. De manera similar, algunos tal vez piensen que, como hace años que son cristianos, no les va a pasar nada y, por tanto, dejen de someterse a reconocimientos espirituales, es decir, de autoexaminarse, hasta que azota el desastre. Es esencial tener presente el buen consejo contra el exceso de confianza que da el apóstol Pablo: “El que piensa que está en pie, cuídese de no caer”. La prudencia dicta que reconozcamos nuestra naturaleza imperfecta y que periódicamente nos examinemos en sentido espiritual (1 Corintios 10:12; Proverbios 28:14).
 

No pasemos por alto las señales de advertencia
 

Las Escrituras conceden gran importancia a la condición del corazón figurativo por buenas razones. En Jeremías 17:9, 10 leemos: “El corazón es más traicionero que cualquier otra cosa, y es desesperado. ¿Quién puede conocerlo? Yo, Jehová, estoy escudriñando el corazón, examinando los riñones, aun para dar a cada uno conforme a sus caminos, conforme al fruto de sus tratos”. Ahora bien, además de auscultar él mismo nuestro corazón, Jehová amorosamente nos proporciona los medios para que nos hagamos un autoexamen.
 

Recibimos recordatorios oportunos del “esclavo fiel y discreto” (Mateo 24:45). Por ejemplo, una de las principales trampas que nos tiende el corazón figurativo consiste en hacer que nos entreguemos a las fantasías mundanas, es decir, a imaginaciones sin fundamento real, ensueños, divagaciones de una mente ociosa, lo cual es muy perjudicial, sobre todo si despierta pensamientos impuros. Por consiguiente, tenemos que rechazarlas de plano. Si odiamos el desafuero al igual que Jesús, evitaremos que el corazón se entregue a las fantasías mundanas (Hebreos 1:8, 9).
 

Contamos, además, con la ayuda de los amorosos ancianos de la congregación cristiana. No obstante, aunque se agradece la preocupación que otros muestran, la obligación de cuidar el corazón figurativo es, a fin de cuentas, personal. Depende de cada uno de nosotros ‘asegurarnos de todas las cosas’ y ‘seguir poniéndonos a prueba para ver si estamos en la fe’ (1 Tesalonicenses 5:21; 2 Corintios 13:5).
 

Salvaguardemos el corazón
 

El principio bíblico de que “cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará” es igualmente aplicable a la salud de nuestro corazón figurativo (Gálatas 6:7). Con frecuencia, lo que parece ser un súbito desastre espiritual resulta ser solo el final de una larga y secreta historia de entrega a actividades perjudiciales, como ver pornografía, preocuparse demasiado por los bienes materiales o buscar prominencia o poder.
 

A fin de proteger el corazón, por lo tanto, es fundamental que vigilemos nuestra dieta espiritual. Es necesario nutrir la mente y el corazón alimentándonos de la Palabra de Dios y rechazar la comida basura intelectual, que se consigue con tanta facilidad y resulta tan atractiva a la carne, pero que solo insensibiliza el corazón. Valiéndose de una analogía adecuada y clínicamente exacta, el salmista advierte: “El corazón de ellos se ha hecho insensible tal como grasa” (Salmo 119:70).
 

Si existen viejas faltas secretas, debe hacerse todo esfuerzo por erradicarlas, no sea que obstruyan las arterias figurativas. Si el mundo empieza a parecernos atractivo y a ofrecernos muchas cosas en la forma de placeres y diversión, tenemos que meditar en el sabio consejo que dio el apóstol Pablo: “Esto digo, hermanos: el tiempo que queda está reducido. En adelante, [...] los que hacen uso del mundo, [sean] como los que no lo usan a plenitud; porque la escena de este mundo está cambiando” (1 Corintios 7:29-31). Y si las riquezas materiales comienzan a llamarnos la atención, debemos tomar a pecho las palabras de Job: “Si he puesto el oro como mi seguridad, o al oro he dicho: ‘¡Tú eres mi confianza!’, eso también sería un error para la atención de los jueces, porque habría negado al Dios verdadero que está arriba” (Job 31:24, 28; Salmo 62:10; 1 Timoteo 6:9, 10).
 

Para recalcar lo serio de acostumbrarse a pasar por alto su guía, las Escrituras advierten: “Un hombre censurado repetidas veces, pero que hace dura su cerviz, de repente será quebrado, y eso sin curación” (Proverbios 29:1). Por otra parte, si cuidamos bien nuestro corazón figurativo, podremos experimentar el placer y la paz mental que vienen de una vida sencilla y ordenada. Esa ha sido siempre la forma de cristianismo verdadero que se recomienda. El apóstol Pablo escribió por inspiración: “Ciertamente es un medio de gran ganancia, esta devoción piadosa junto con autosuficiencia. Porque nada hemos traído al mundo, y tampoco podemos llevarnos cosa alguna. Teniendo, pues, sustento y con qué cubrirnos, estaremos contentos con estas cosas” (1 Timoteo 6:6-8).
 

Así es, si nos entrenamos en el camino de la devoción piadosa y la practicamos, tendremos de seguro un corazón figurativo saludable y vigoroso. Al vigilar de cerca nuestra dieta espiritual, no les daremos ninguna oportunidad a los caminos destructivos y la manera de pensar de este mundo de que dañen nuestra espiritualidad. Sobre todo, al aceptar las provisiones que Jehová nos da mediante su organización, nos estaremos sometiendo a reconocimientos periódicos. Hacerlo con diligencia contribuirá en gran manera a evitar las tristes consecuencias de un paro cardíaco espiritual.

1 comment:

  1. muy buen aporte. Las enfermedades del corazón son las que más muertes generan en todo el mundo. Por este motivo, los médicos especialistas en esta área son muy valorados y cuentan con muchas posibilidades en el plano laboral.

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