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Sunday, April 10, 2011

¿De veras era Jesús el Hijo de Dios?


 

EL APÓSTOL Pedro le dijo a Jesús con plena convicción: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo” (Mateo 16:16). Esta es solo una de las muchas veces que la Biblia llama a Jesús “Hijo de Dios”, una expresión que provoca toda una variedad de reacciones entre la gente religiosa.
 

A muchos que creen que Jesús es Dios se les hace difícil explicar por qué se le llama entonces “Hijo de Dios”, pues es lógico que no puede ser dos personas a la vez. Otros lo ven como un personaje histórico, un sabio o hasta un verdadero profeta, pero solo eso. ¿Qué enseña realmente la Biblia? ¿Tiene importancia lo que usted crea?
 

El primogénito de Dios
 

De acuerdo con las Santas Escrituras, hubo un tiempo en que Dios estuvo solo. En su amor, quiso compartir el don de la vida y convertirse en padre, aunque no como los humanos. Con su ilimitado poder creativo, Jehová formó una persona viva e inteligente, un espíritu, “el principio de la creación por Dios”, a quien conocemos por el nombre de Jesucristo (Revelación [Apocalipsis] 3:14; Proverbios 8:22). Por haber sido creación directa de Dios cuando no había nadie más, a Jesús correctamente se le llama “hijo unigénito” y “el primogénito de toda la creación” (Juan 1:14; Colosenses 1:15).
 

Lógicamente, al ser la primera creación, Jesús no podía ser el Creador, “el único Dios” (1 Timoteo 1:17). 

No obstante, el Padre le concedió muchos privilegios. Por ejemplo, lo utilizó para crear “todas las otras cosas”, lo que incluye a los ángeles. A estos también se les llama “hijos de Dios” por haber recibido de Jehová la vida (Colosenses 1:16; Job 1:6; 38:7).
 

Después de haber preparado la Tierra para el ser humano, el Creador dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen”, por lo visto dirigiéndose a Su primogénito (Génesis 1:26; Proverbios 8:22-31). Esto significa que Jehová creó también a su primer hijo humano, Adán, mediante la criatura espiritual que llegaría a convertirse en Jesús (Lucas 3:38).
 

Jesús como Hijo humano de Dios
 

El apóstol Juan explica que, al tiempo señalado, el Hijo celestial de Dios “vino a ser carne y residió entre nosotros” (Juan 1:14). Para lograr el cambio de naturaleza de Jesús, Dios realizó un milagro: hizo que la vida de Jesús, que estaba en el cielo, pasara a la matriz de la virgen judía llamada María. Por eso, aunque se convirtió en ser humano, Jesús siguió siendo el Hijo de Dios. Además, puesto que fue Dios y no un hombre el que le dio la vida, Jesús nació perfecto, sin pecado. “Lo que nace será llamado santo, Hijo de Dios”, fueron las palabras del ángel Gabriel a María (Lucas 1:35; Hebreos 7:26).
 

Jehová mismo confirmó la ascendencia de Jesús como humano. Al momento de bautizar a Jesús, Juan el Bautista vio los cielos abiertos y escuchó una voz del cielo decir: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado” (Mateo 3:16, 17). No sorprende que Juan dijera a sus discípulos: “Yo lo he visto, y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios” (Juan 1:34).
 

Durante su ministerio terrestre, Jesús no anduvo proclamando a los cuatro vientos que él era el Mesías, el Hijo de Dios (Marcos 8:29, 30). Más bien, dejaba que la gente llegara sola a esa conclusión al escuchar sus enseñanzas, observar su modo de vivir y presenciar sus muchos milagros, la mayoría de los cuales ejecutó en público. Por ejemplo, curó a “todos los que se hallaban mal, los angustiados por diversas dolencias y tormentos” (Mateo 4:24, 25; 7:28, 29; 12:15). Los ciegos, los sordos, los cojos y los enfermos acudían a Jesús, y él los curaba. ¡Hasta levantó muertos! (Mateo 11:4-6.) Ante la mirada de sus discípulos, caminó milagrosamente sobre las aguas y calmó los vientos y las olas durante una terrible tormenta. Tal despliegue de poder los impulsó a decir: “Verdaderamente eres Hijo de Dios” (Mateo 14:24-33).
 

Cómo puede ayudarle el Hijo de Dios
 

¿Para qué mandó Dios a su unigénito del cielo a la Tierra, donde al final sufriría una muerte cruel? “Para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16.) En efecto, solo muriendo podía Jesús “dar su alma en rescate en cambio por muchos” (Mateo 20:28). No cabe duda de que en toda la historia nadie ha demostrado un amor más grande por la humanidad que el de Jehová y su primogénito (Romanos 8:32).
 

Después de su muerte, Jesús “fue declarado Hijo de Dios” en un sentido muy especial y significativo al ser devuelto a la vida como Hijo celestial de Dios “mediante la resurrección de entre los muertos” (Romanos 1:4; 1 Pedro 3:18). Luego, tras casi diecinueve siglos de paciente espera al lado de su Padre, recibió el trono como Rey del Reino de Dios, un gobierno celestial que pronto regirá la Tierra entera (Salmo 2:7, 8; Daniel 7:13, 14).
 

¿Le gustaría obtener el favor de este poderoso Hijo de Dios? En tal caso, lo animamos a investigar lo que él enseñó y a ponerlo en práctica en su vida. Jesús mismo dijo: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo” (Juan 17:3). Como puede ver, lo que uno crea sobre el Hijo de Dios es de trascendental importancia (Juan 3:18; 14:6; 1 Timoteo 6:19).
 

¿SE HA PREGUNTADO...
 

▪ ... en qué sentido es Jesús el Hijo unigénito de Dios? (Juan 1:3, 14; Revelación 3:14.)
 

▪ ... por qué puede estar seguro de que Jesús es el Hijo de Dios? (Mateo 3:16, 17.)
 

▪ ... cómo le beneficia creer que Jesús es el Hijo de Dios? (Juan 3:16; Juan 14:6; 17:3.)

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