Sobra decir que el mundo está lleno de “amadores de placeres” que solo piensan en divertirse (2 Tim. 3:4). Esta obsesión es una auténtica amenaza para la espiritualidad (Pro. 21:17). Por esa razón, Pablo incluyó en sus cartas a Timoteo y Tito algunos consejos que destacan la importancia de comportarse con seriedad y que nos ayudan a contrarrestar la actitud frívola de este mundo (léanse 1 Timoteo 2:1, 2 y Tito 2:2-8).
Siglos antes, Salomón explicó que hay momentos en los que es necesario renunciar a las diversiones para atender asuntos más serios (Ecl. 3:4; 7:2-4). En efecto, la vida es tan breve que debemos esforzarnos vigorosamente por alcanzar la salvación (Luc. 13:24). Y eso exige dedicar tiempo a las cosas que son “de seria consideración” (Fili. 4:8, 9). En otras palabras, hemos de prestar cuidadosa atención a todo aspecto de la vida cristiana.
Por ejemplo, los cristianos imitan a Jehová y Jesús al tomar muy en serio su obligación de trabajar (Juan 5:17). De hecho, no es raro que reciban elogios por ser empleados confiables y honrados. El padre de familia debe demostrar especial empeño, pues quien se niega a mantener a los suyos actúa tan mal como el que “ha repudiado a Jehová” (1 Tim. 5:8, nota).
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