Siempre debemos llevar puesta una pieza clave de la armadura espiritual: “la coraza de la justicia” (Efe. 6:11, 14). Sea que nos hayamos dedicado a Jehová en años recientes o que tengamos a nuestras espaldas décadas de servicio, es vital revisar todos los días la armadura que Dios nos ha dado. ¿Por qué? Porque Satanás ha sido arrojado a la Tierra junto con sus demonios (Rev. 12:7-12). Está furioso y sabe que le queda poco tiempo. Por eso ha recrudecido sus ataques contra el pueblo de Dios. Sin duda, esta es una poderosa razón para usar en todo momento “la coraza de la justicia”.
¿Para qué sirve una coraza? Para cubrir el pecho y de este modo proteger el corazón. ¿Por qué tenemos que proteger nuestro corazón simbólico? Porque está inclinado al mal, dado que somos imperfectos (Gén. 8:21). De hecho, es traicionero y desesperado (Jer. 17:9). De ahí que sea esencial educarlo y tenerlo bajo control. Comprendemos que “la coraza de la justicia” es vital, por lo que no nos la quitamos ni un minuto. En efecto, no nos entretenemos con cosas que Dios odia ni nos entregamos con la imaginación a fantasías pecaminosas. Tampoco malgastamos nuestro valioso tiempo dedicando demasiadas horas a la televisión. Más bien, nos esforzamos siempre por agradar a Jehová con nuestra conducta. Pero ¿y si caemos en algún mal pensamiento o acto? No nos daremos por vencidos, sino que seguiremos luchando con la ayuda de Dios (léase Proverbios 24:16).
La armadura espiritual también incluye “el escudo grande de la fe”, pieza indispensable para “apagar todos los proyectiles encendidos” del Diablo (Efe. 6:16). La fe nos permite seguir en el camino de la rectitud, el cual nos lleva a la vida eterna. Pero también necesitamos amor ferviente por Jehová, pues cuanto más lo amemos, más amaremos su justicia. Contamos, además, con la ayuda de nuestra conciencia. ¿Cómo contribuye esta a que demostremos amor por la justicia divina?
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