Cuando pecamos, puede que la decepción, la vergüenza y la culpa nos induzcan a creernos indignos de servir a Jehová. Recordemos, sin embargo, que Jehová está “listo para perdonar” (Salmo 86:5). En efecto, si nos arrepentimos y luchamos por no repetir los errores, obtendremos el perdón divino. Veamos cómo describe la Biblia esta maravillosa faceta del amor de Jehová.
El salmista David describió la disposición de Dios a perdonar con una imagen muy gráfica: “Como está de lejos el oriente del occidente, así alejó de nosotros nuestras transgresiones” (cursivas nuestras; Salmo 103:12, La Biblia de las Américas). ¿Cuánta separación hay entre ambos puntos cardinales? En cierto sentido, la mayor concebible, ya que nunca pueden encontrarse. Un comentarista indica que esta frase quiere decir “lo más lejos que sea posible o que alcancemos a figurarnos”. Las palabras inspiradas de David significan que cuando Jehová nos perdona, aparta de nosotros los pecados a la mayor distancia imaginable.
¿Ha intentado usted sacar una mancha de una prenda de color claro? Es posible que, a pesar del empeño que pusiera, siguiera notándose. Pues bien, observe cómo describe Jehová su capacidad de perdonar: “Aunque los pecados de ustedes resulten ser como escarlata, se les hará blancos justamente como la nieve; aunque sean rojos como tela de carmesí, llegarán a ser aun como la lana” (Isaías 1:18). El “escarlata” era un rojo vivo, y el “carmesí”, el color intenso de ciertas telas teñidas. Nunca lograremos eliminar la mancha del pecado con nuestros propios esfuerzos, pero Dios consigue que, por así decirlo, transgresiones escarlatas y carmesíes se vuelvan blancas como la nieve o la lana sin teñir. No debemos creer que la mancha de los errores que él nos ha perdonado perdurará por el resto de nuestra vida.
En una conmovedora canción a Jehová, compuesta para agradecerle que lo hubiera librado de una enfermedad mortal, Ezequías señaló: “Has arrojado tras tus espaldas todos mis pecados” (Isaías 38:17). En esta imagen, Dios aparece llevándose las faltas del arrepentido y arrojándolas tras de sí, donde ya no las verá ni reparará en ellas. De acuerdo con una obra especializada, esta es la idea que se quiere transmitir: “Has hecho que [mis pecados] sean como si no hubiesen ocurrido”. ¿Verdad que es reconfortante?
El profeta Miqueas expresó en una promesa de restauración su convencimiento de que el Altísimo perdonaría a Su pueblo arrepentido: “¿Quién es un Dios como tú, [...] [que] pasa por alto la transgresión del resto de su herencia? [...] [Tú] arrojarás a las profundidades del mar todos sus pecados” (Miqueas 7:18, 19). Imaginemos el sentido de estas palabras para quienes vivían en tiempos bíblicos. ¿Había alguna posibilidad de recuperar lo que se lanzara “a las profundidades del mar”? De modo que las palabras de Miqueas revelan que cuando Jehová perdona, elimina nuestros pecados definitivamente.
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