Sin embargo, surge una cuestión muy importante. ¿Nos ama Dios a cada uno de nosotros? Hay quienes aceptan que él quiere a la humanidad en general, como indica Juan 3:16, pero piensan: “Dios nunca podría amarme a mí”. Lo cierto es que a Satanás le encantaría hacernos creer que Jehová no nos ama ni valora. Por otro lado, por más inútiles e indignos de ser amados que nos creamos, Jehová nos garantiza que considera valioso a cada uno de sus siervos fieles.
Por ejemplo, veamos las palabras de Jesús referidas en Mateo 10:29-31. Para ilustrar cuánto valían sus discípulos, Cristo dijo: “¿No se venden dos gorriones por una moneda de poco valor? Sin embargo, ni uno de ellos cae a tierra sin el conocimiento de su Padre. Mas los mismísimos cabellos de la cabeza de ustedes están todos contados. Por lo tanto, no tengan temor: ustedes valen más que muchos gorriones”. Pensemos en el significado de estas palabras para los oyentes del siglo primero.
En tiempos de Jesús se consideraba el gorrión un ave comestible, la más barata del mercado: dos por una monedita. Además, como leemos en Lucas 12:6, 7, Cristo indicó posteriormente que el comprador que pagara dos moneditas no adquiriría cuatro aves, sino cinco, ya que se añadía una gratis, como si careciera de valor. Aunque la gente considerara que aquellos pájaros no valían nada, ¿cómo los veía el Creador? “Ni uno de ellos [ni siquiera el que se regalaba] está olvidado delante de Dios”, afirmó Jesús. Ahora tal vez comencemos a captar el punto que quería destacar: si Jehová tiene en tal estima a un solo gorrión, ¡cuánto más valor le concederá a un ser humano! Como indicó Cristo, el Altísimo nos conoce al detalle. Efectivamente, sabe hasta el número de cabellos que tenemos.
Habrá a quien le parezca exagerada la afirmación de Jesús. No obstante, pensemos en la resurrección. ¡Qué conocimiento tan íntimo de cada ser humano tiene que poseer Jehová para recrearlo! Dios nos valora tanto que recuerda todos los detalles, incluido el complejo código genético y las experiencias y recuerdos acumulados en el transcurso de los años. En comparación con esta proeza, contar los cabellos —unos cien mil en la cabeza promedio— es una labor sencilla. ¡De qué manera tan hermosa nos garantizan las palabras de Jesús que Jehová se interesa personalmente por cada uno de nosotros!
La Biblia revela otra garantía de que Jehová nos ama: él busca lo bueno en nosotros y lo valora. Veamos el ejemplo de Jehosafat. Cuando este buen rey cometió una locura, el profeta de Dios le recriminó: “Por esto hay indignación contra ti procedente de la persona de Jehová”. El mensaje era sin duda impactante, pero contenía la siguiente puntualización: “No obstante, hay cosas buenas que se han hallado contigo” (2 Crónicas 19:1-3). Vemos, pues, que la justa cólera que sentía el Todopoderoso no le impidió ver las “cosas buenas”, o aspectos positivos, del monarca. ¿No es tranquilizador saber que tenemos un Dios que busca nuestros puntos buenos pese a que somos imperfectos?
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