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Monday, March 7, 2011

El amigo persistente (Lu 11:5-8).



La ilustración fue parte de la respuesta que Jesús dio a sus discípulos cuando le pidieron que les enseñase a orar. (Lu 11:1-4.) Como se muestra en los versículos 9 y 10, la lección que debe extraerse no es que Dios se moleste por nuestras peticiones, sino que Él espera que sigamos pidiendo.


Esta impactante parábola del amigo persistente muestra cuál debe ser nuestra actitud al orar. Observe lo siguiente: Jesús dice que aquel hombre logra obtener lo que necesita “por causa de su persistencia atrevida” (Lucas 11:8). La expresión “persistencia atrevida” solo aparece una vez en la Biblia. Se traduce de una palabra griega que, literalmente, significa “falta de vergüenza”. Es verdad que la falta de vergüenza se considera a menudo un defecto. Sin embargo, también puede ser una cualidad encomiable cuando la causa que se persigue es buena. Este es el caso del hombre de la ilustración, que no siente ninguna vergüenza de pedir con insistencia lo que necesita. Puesto que Jesús nos lo pone como ejemplo, al orar debemos imitar su persistencia. Jehová desea que ‘sigamos pidiendo, sigamos buscando, sigamos tocando’. En respuesta, él “dará [...] espíritu santo a los que le piden”.


Jesús no solo muestra que debemos orar con persistencia, sino también por qué hacerlo. A fin de comprender bien la lección que encierra la parábola, veamos cuánta importancia se daba a la hospitalidad en tiempos bíblicos. Numerosos pasajes de las Escrituras revelan que atender a los visitantes era una costumbre que la gente se tomaba muy en serio, en especial los siervos de Dios (Génesis 18:2-5; Hebreos 13:2). La falta de hospitalidad era motivo de vergüenza (Lucas 7:36-38, 44-46). Con esto presente, examinemos de nuevo la ilustración de Jesús. 

 En dicha parábola, un hombre recibe a un visitante en mitad de la noche. Se siente obligado a darle de comer, pero “no [tiene] qué poner delante de él”. A su juicio, es una emergencia. Tiene que conseguir pan a toda costa, así que va a la casa de su amigo y no le da vergüenza despertarlo. “Amigo, préstame tres panes”, le dice, y no deja de importunarlo hasta que consigue lo que necesita. Solo entonces, cuando ya tiene los panes, puede ser un buen anfitrión.

La hospitalidad es un deber con el que las personas de Oriente Medio cumplen de manera sobresaliente. Aun si el huésped llegaba inesperadamente a medianoche, quizás debido a lo imprevisible de los viajes en aquel entonces, su anfitrión se sentía impelido a darle de comer. 

Puesto que a menudo era difícil determinar con exactitud cuánto pan necesitaría cocer un amo de casa, solían prestárselo entre los vecinos. En este caso, el vecino ya se había acostado. Como algunos hogares, especialmente los de los pobres, tan solo consistían en

1 comment:

  1. de aqui salio la primera parte o el primer parrafo https://wol.jw.org/es/wol/d/r4/lp-s/2006925#h=8:0-9:0

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