Quizás se trate de las mujeres importantes que conoció en su palacio, aunque no podemos asegurarlo.
En el capítulo 2 de Eclesiastés, Salomón menciona sus logros, entre ellos sus grandes construcciones, y luego añade: “Acumulé también para mí plata y oro, y propiedad propia de reyes y de los distritos jurisdiccionales. Me hice cantores y cantoras, y los deleites exquisitos de los hijos de la humanidad, una dama, sí, damas” (Ecl. 2:8).
Muchos comentaristas aplican el término “damas” a las numerosas esposas y concubinas extranjeras que tuvo en sus últimos años, las cuales terminaron arrastrándolo a la religión falsa (1 Rey. 11:1-4). Pero esta explicación plantea problemas. Notemos que cuando él mencionó que había conocido a “una dama, sí, damas”, es evidente que se refería al pasado. Y cuando escribió esas palabras, aún contaba con la aprobación de Dios, ya que estaba recibiendo su inspiración para escribir algunos libros bíblicos. Este hecho no encaja con su situación en años posteriores, cuando tenía centenares de esposas y concubinas extranjeras y había caído en el paganismo.
En Eclesiastés, Salomón señaló que “procuró hallar las palabras deleitables y la escritura de palabras correctas de verdad” (Ecl. 12:10). Es obvio que conocía los nombres correspondientes a “esposa”, “reina” y “concubina”, pues los utilizó en sus escritos inspirados (Pro. 5:18; 12:4; 18:22; Ecl. 9:9; Cant. de Cant. 6:8, 9). Sin embargo, en Eclesiastés 2:8 no usó esos términos, que en hebreo eran mucho más comunes que el que estamos examinando.
En la expresión “una dama, sí, damas” hallamos una palabra hebrea poco común que la Biblia emplea solo en este versículo (una vez en singular y otra en plural). Los especialistas no están seguros de su significado. No obstante, muchos creen que esta frase se refiere a mujeres, en el primer caso usando el singular y en el segundo el plural, sea que se entienda en grado superlativo (“dama entre las damas”) o literalmente (“damas”). La traducción “una dama, sí, damas” transmite ese sentido.
Salomón gozaba de gran renombre. Tanto es así que la reina de la rica nación de Seba oyó acerca de él, fue a visitarlo y quedó muy impresionada (1 Rey. 10:1, 2). Este hecho apoya el posible significado de la expresión “una dama, sí, damas” que hemos indicado: Salomón tal vez se refería a mujeres importantes que conoció en su palacio durante los muchos años que disfrutó del favor de Dios.
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