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Wednesday, January 11, 2012

Un don muy superior



  El lenguaje de las aves

 

Algunas especies de aves comienzan a comunicarse incluso antes de salir del cascarón. Un ejemplo es la codorniz. La hembra puede poner alrededor de ocho huevos a un ritmo de uno por día. Si todos se desarrollaran a la misma velocidad, todos ellos nacerían en un período de ocho días. En ese caso, a la mamá codorniz le resultaría muy difícil atender a los polluelos de hasta una semana de edad y al mismo tiempo seguir incubando el huevo que aún quedara. 

Pero lo que en realidad ocurre es que los ocho polluelos salen del cascarón en un lapso de seis horas. ¿Cómo es posible tal cosa? Pues bien, según parecen indicar los estudios, una razón importante es que los embriones de codorniz se comunican entre sí desde el interior de los huevos y, de algún modo, se ponen de acuerdo para nacer casi simultáneamente.
 

En las distintas especies de aves son usualmente los machos adultos los que cantan, sobre todo en la época de celo, a fin de marcar su territorio o atraer a una pareja. Cada una de las miles de especies tiene su propio lenguaje, por así decirlo, y eso permite a las hembras identificar a los machos de su misma especie.
 

Las aves cantan principalmente al amanecer y al atardecer, y tienen una buena razón: en esos momentos hay menos viento y ruido de fondo. Los científicos han descubierto que, en comparación con las horas del mediodía, el canto de las aves se desplaza hasta veinte veces mejor temprano en la mañana o al ponerse el Sol.
 

Aunque los machos suelen ser los que cantan, tanto ellos como las hembras emiten una gran variedad de llamadas, o sonidos cortos, que tienen significados concretos. Los pinzones, por ejemplo, poseen un repertorio de nueve llamadas. Emiten un tipo de llamada para advertir sobre una amenaza en el aire —como un ave de presa al acecho— y otra distinta para alertar sobre un peligro que se acerque desde el suelo.


 

La sabiduría que se evidencia en el instinto de las aves es realmente impresionante. Sin embargo, sus facultades de comunicación palidecen al compararlas con las de los seres humanos. Dios nos ha creado “más sabios que hasta las criaturas voladoras de los cielos”, señala Job 35:11. Nosotros somos los únicos con la capacidad de transmitir pensamientos complejos y abstractos mediante las cuerdas vocales o los gestos.
 

A diferencia de todas las demás criaturas, los bebés humanos parecen programados para aprender idiomas complejos. La revista digital American Scientist afirma: “Los niños pequeños se las arreglan para aprender un idioma hasta cuando sus padres no les hablan directamente a ellos; los niños sordos llegan al extremo de inventar su propio lenguaje de signos si en casa no se les enseña ninguno”.
 

Verdaderamente, la facultad de comunicar nuestras ideas y sentimientos por medio del habla o de las señas es un maravilloso regalo de Dios. No obstante, todavía lo es más la capacidad de comunicarnos con él mediante la oración. De hecho, Jehová Dios nos invita a hablar con él. Su Palabra, la Biblia, nos dice: “No se inquieten por cosa alguna, sino que en todo, por oración y ruego junto con acción de gracias, dense a conocer sus peticiones a Dios” (Filipenses 4:6).
 

Cuando nos vemos ante decisiones difíciles, Jehová desea que acudamos al inmenso caudal de sabiduría divina plasmada en las páginas de la Biblia. No solo eso, sino que él también nos enseña a aplicar los consejos que allí se encuentran. Santiago, uno de los escritores bíblicos, exhortó: “Si alguno de ustedes tiene deficiencia en cuanto a sabiduría, que siga pidiéndole a Dios, porque él da generosamente a todos, y sin echar en cara; y le será dada” (Santiago 1:5).




¿Por qué no ver las Escrituras aquí?

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