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Monday, December 19, 2011

Obedientes a pesar de la imperfección



 

 Adán y Eva eran criaturas inteligentes dotadas de libre albedrío. También sus descendientes poseemos esa capacidad. ¿Qué implica esto? Que tenemos la libertad de elegir entre lo bueno y lo malo, entre obedecer a Dios y desobedecerle. Pero esa libertad que él nos da conlleva responsabilidades y trae consecuencias. Así es, las decisiones que tomamos pueden afectar a quienes nos rodean e incluso podrían significar vida o muerte para nosotros mismos.
 

 Los seres humanos imperfectos no somos obedientes por naturaleza, por lo que a menudo nos resulta difícil seguir las normas de Dios. El propio apóstol Pablo tuvo una lucha interna, como él mismo reconoció: “Contemplo en mis miembros otra ley que guerrea contra la ley de mi mente y que me conduce cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros” (Rom. 7:23). Por supuesto, es relativamente fácil obedecer cuando no hay que hacer sacrificios ni soportar inconvenientes. Pero ¿qué hacemos cuando “el deseo de la carne y el deseo de los ojos” crean un conflicto en nuestro interior? Esos deseos, que surgen debido a nuestra imperfección y al “espíritu del mundo”, son muy intensos (1 Juan 2:16; 1 Cor. 2:12). De modo que para vencerlos tenemos que preparar el corazón, es decir: antes de que surja una prueba o tentación debemos resolvernos a obedecer a Jehová pase lo que pase (Sal. 78:8). La Biblia contiene muchos ejemplos de siervos de Dios que fueron fieles porque hicieron precisamente eso (Esd. 7:10; Dan. 1:8).
 

 Una manera de preparar el corazón es estudiando con diligencia la Biblia y las publicaciones cristianas. Imagínese en la siguiente situación. Usted está llevando a cabo su estudio personal en la noche que ha fijado para ello. Le ha pedido a Jehová que le dé su espíritu y que le ayude a poner en práctica lo que aprenda en su Palabra. Suponga que al día siguiente van a pasar en la televisión una película que quiere ver. Pero aunque las críticas son muy buenas, se ha enterado de que tiene algunas escenas violentas e inmorales.
 

 Entonces reflexiona en el consejo del apóstol Pablo que se halla en Efesios 5:3: “Que la fornicación y la inmundicia de toda clase, o la avidez, ni siquiera se mencionen entre ustedes, tal como es propio de personas santas”. También recuerda la exhortación que dio el apóstol en Filipenses 4:8 (léase). Y se pregunta: “Si expusiera mi mente y mi corazón a películas como la que planeo ver mañana, ¿estaría siguiendo el ejemplo de obediencia absoluta de Jesús?”. ¿Qué haría usted si se encontrara en esta situación? ¿Vería la película a pesar de todo?
 

 Sería un error rebajar nuestras normas morales y espirituales pensando que somos lo suficientemente fuertes como para resistir los efectos de las malas compañías, aunque esas compañías sean los personajes de películas y programas violentos e inmorales. Tenemos que protegernos a nosotros y a nuestros hijos de las dañinas influencias satánicas. Mucha gente hace todo lo posible por que su computadora no se infecte con virus informáticos que pueden destruir información, provocar fallos en el sistema o incluso adueñarse de este para atacar otras computadoras. ¿Deberíamos hacer menos por protegernos de “las artimañas del Diablo”? (Efe. 6:11, nota.)
 

 Todos los días tenemos que decidir de una forma u otra si haremos las cosas a la manera de Jehová. Si queremos obtener la salvación, debemos obedecerle y respetar sus justos principios. Para demostrar que nuestra fe es real, hemos de seguir el ejemplo de Jesús y ser obedientes “hasta la muerte”, si es necesario. Jehová recompensará nuestra fidelidad. Jesús prometió: “El que haya aguantado hasta el fin es el que será salvo” (Mat. 24:13). Claro, la obediencia exige valor, valor como el de Jesús (Sal. 31:24).




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