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Friday, May 13, 2011

Una esperanza para los muertos

Enseñanzas de Jesús
 


 

Jesús resucitó al menos a tres personas, y así demostró que existe la esperanza de que los muertos vuelvan a la vida (Lucas 7:11-17; 8:49-56; Juan 11:1-45). Para comprender cómo es posible esto, primero debemos saber cuál es la causa y el origen de la muerte.
 

¿Por qué nos enfermamos y morimos?
 

Cuando Jesús les perdonaba a las personas sus pecados, estas se curaban. Por ejemplo, en cierta ocasión en que le trajeron a un paralítico, dijo: “¿Qué es más fácil?, ¿decir: Tus pecados te son perdonados?, ¿o decir: Levántate y anda? Sin embargo, para que sepan que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados... —dijo entonces al paralítico—: Levántate, toma tu cama y vete a tu casa” (Mateo 9:2-6). Se entiende, por tanto, que la causa por la que nos enfermamos y morimos es el pecado. Y todos somos pecadores porque hemos heredado la imperfección del primer ser humano, Adán (Lucas 3:38; Romanos 5:12).
 

¿Por qué murió Jesús?
 

Jesús nunca pecó, así que no merecía morir. En realidad, él murió por nosotros, es decir, para pagar nuestros pecados. Él mismo indicó que su sangre sería “derramada a favor de muchos para perdón de pecados” (Mateo 26:28).
 

También dijo: “El Hijo del hombre no vino para que se le ministrara, sino para ministrar y para dar su alma en rescate en cambio por muchos” (Mateo 20:28). Jesús habló de un “rescate” porque, al entregar su vida, liberaría de la muerte a las personas. De hecho, él aseguró: “Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia” (Juan 10:10). Ahora bien, a fin de comprender mejor la esperanza que existe para los muertos, también es necesario que analicemos en qué situación se hallan.
 

¿En qué situación se hallan los muertos?
 

Cuando su amigo Lázaro falleció, Jesús reveló algo que aclara en qué estado se encuentran los difuntos. Él informó a sus discípulos: “‘Nuestro amigo Lázaro está descansando, pero yo me voy [a Betania] para despertarlo del sueño’. [...] Pero ellos se imaginaban que él estaba hablando de descansar en el sueño. 

Entonces, por lo tanto, Jesús les dijo francamente: ‘Lázaro ha muerto’”. Así pues, al comparar la muerte con un sueño, Jesús dejó claro que los muertos están inconscientes, como durmiendo (Juan 11:1-14).
 

Lázaro llevaba cuatro días muerto cuando Jesús lo resucitó. Sin embargo, la Biblia no indica que él contara ninguna experiencia sobre el tiempo que permaneció muerto. ¿Por qué? Porque había estado inconsciente, sin saber ni sentir nada (Eclesiastés 9:5, 10; Juan 11:17-44).
 

¿Qué esperanza hay para los muertos?
 

Los muertos resucitarán y tendrán la posibilidad de vivir para siempre. Jesús dijo: “Viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán [mi] voz y saldrán” (Juan 5:28, 29).
 

Al proporcionarnos esta esperanza, Dios nos demuestra cuánto nos ama. Como indicó Jesús: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16; Revelación [Apocalipsis] 21:4, 5).

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