Dios designó al esposo como cabeza de familia, tal como designó a Jesús Cabeza de la congregación. El apóstol Pablo dijo: “El esposo es cabeza de su esposa como el Cristo también es cabeza de la congregación, siendo él salvador de este cuerpo. Esposos, continúen amando a sus esposas, tal como el Cristo también amó a la congregación y se entregó por ella” (Efe. 5:23, 25). Con su manera de tratar a los discípulos, Jesús fijó el modelo que deben seguir los cristianos al tratar a sus esposas. Veamos, pues, cómo ejerció él la autoridad que su Padre le confirió.
Jesús era “de genio apacible y humilde de corazón” (Mat. 11:29). Además, siempre actuó con decisión y nunca evadió sus responsabilidades (Mar. 6:34; Juan 2:14-17). Aconsejó con bondad a los discípulos todas las veces que fue necesario (Mat. 20:21-28; Mar. 9:33-37; Luc. 22:24-27).
Pero nunca los sermoneó ni los humilló. Tampoco les dio a entender que no los quería o que nunca serían capaces de seguir sus instrucciones. Más bien, elogiaba sus cualidades y los animaba (Luc. 10:17-21). Con un carácter tan cariñoso y compasivo, no sorprende que se ganara rápidamente el respeto de los discípulos.
El ejemplo de Jesús le enseña al cristiano que no debe actuar como un tirano. Todo lo contrario: debe tratar a su esposa con respeto y amor, y tener espíritu de sacrificio. El apóstol Pedro aconsejó a los esposos que imitaran la manera tan amorosa con la que Jesús trataba a los demás y que moraran con sus esposas “de igual manera”, dándoles la debida honra (léase 1 Pedro 3:7). Ahora bien, ¿cómo puede el cristiano ejercer su autoridad sin dejar de darle a su esposa la honra que se merece?
Una manera en que el cristiano puede honrar a su esposa es teniendo muy en cuenta su opinión y sus sentimientos antes de tomar una decisión que pudiera afectar a la familia. Por ejemplo, el esposo tal vez crea que debe cambiar de empleo o que la familia debe mudarse. O quizá se trate de un asunto más cotidiano, como adónde ir de vacaciones o cómo adaptar el presupuesto para hacer frente al alto costo de la vida.
Puesto que estas cuestiones afectarán a toda la familia, es una muestra de consideración de su parte consultar a su esposa. Además, esto es muy beneficioso, pues así él seguramente tomará una decisión más equilibrada, y a ella se le hará más fácil darle su apoyo (Pro. 15:22). El cristiano que honra a su esposa se ganará su cariño y su respeto, pero más importante aún, contará con el favor de Jehová (Efe. 5:28, 29).
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