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Monday, October 17, 2011

No pierda de vista el premio


 

“Prosigo hacia la meta para [recibir] el premio.” (FILI. 3:14)
 

EL APÓSTOL Pablo, también conocido como Saulo de Tarso, provenía de una destacada familia. Tuvo por maestro a Gamaliel, un renombrado erudito de la Ley mosaica que lo educó en la religión de sus antepasados (Hech. 22:3). 

Le esperaba lo que muchos consideraban un futuro prometedor. Pero, de pronto, Pablo renunció a su religión y se hizo cristiano. A partir de entonces se propuso alcanzar el premio que Dios le ofrecía: vida inmortal como rey y sacerdote del Reino celestial que regirá sobre el Paraíso terrestre (Mat. 6:10; Rev. 7:4; 20:6).
 

 Las siguientes palabras de Pablo demuestran el gran valor que ese premio tenía para él: “Cuantas cosas eran para mí ganancias, estas las he considerado pérdida a causa del Cristo. Pues, en cuanto a eso, de veras sí considero también que todas las cosas son pérdida a causa del sobresaliente valor del conocimiento de Cristo Jesús mi Señor. Por motivo de él he sufrido la pérdida de todas las cosas y las considero como un montón de basura” (Fili. 3:7, 8). 

Una vez que Pablo aprendió cuál era el propósito de Jehová para la humanidad, entendió que todo lo que la gente del mundo consideraba importante —la posición social, las riquezas, el prestigio— no era más que basura.
 

 Desde entonces, se concentró en adquirir el inestimable conocimiento de Jehová y de su Hijo, pues Jesús mismo había dicho en una oración a su Padre: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo” (Juan 17:3). 

Pablo quería alcanzar esa vida eterna, y sus palabras —registradas en Filipenses 3:14— así lo demuestran: “Prosigo hacia la meta para el premio de la llamada hacia arriba por Dios mediante Cristo Jesús”.




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