Esta profecía la inspiró Aquel “que es un Revelador de secretos”, el Señor Soberano Jehová Dios mismo, y alcanza su culminación en “la parte final de los días”, cuando se ha de resolver de una vez para siempre la cuestión de la dominación mundial (Daniel 2:28). Hasta nuestro día, desde el comienzo de “los tiempos de los gentiles”, en 607 a. de la E.C., ha habido una sucesión de potencias mundiales, la primera de las cuales fue la Babilonia imperial, a la cual le siguió Medo-Persia, Grecia, Roma y el imperio angloamericano. Estas potencias son representadas por las partes metálicas de la imagen. (Lucas 21:24, Versión Moderna.)
No obstante, al terminar los Tiempos de los Gentiles, en 1914, una conglomeración de diferentes clases de gobiernos humanos han aparecido aquí en la Tierra (Mateo 24:3-12). El hombre común (“la prole de la humanidad”, que fue hecha del polvo de la tierra) ejerce mayor influencia en los asuntos gubernamentales. Se han destacado las gobernaciones socialistas y democráticas, junto con otras formas opresivas de gobierno que se asemejan al hierro. Son como el “hierro mezclado con barro húmedo”, del que se componen los pies y los dedos de los pies de la imagen.
Se han expresado varios puntos de vista con relación a los diez “dedos de los pies”. Pero puesto que “diez” se usa a menudo en la Biblia para indicar lo completo con relación a cosas en la Tierra, parece que lógicamente los diez “dedos de los pies” representan todo el sistema mundial de gobernación en la culminación de los días. ‘El Reino de Dios viene’ contra los pies y los dedos de los pies de la imagen y tritura las manifestaciones finales de la gobernación humana. ¡Qué felices podemos sentirnos de que la gobernación pacífica y próspera del Reino de Cristo llenará entonces toda la Tierra! (Mateo 6:9, 10; compárese con Isaías 11:1, 9.)
El otro sueño de Nabucodonosor que se describe en el capítulo 4 de Daniel, señala también a los acontecimientos que ocurren después que terminan los Tiempos de los Gentiles. Por fin la gente tiene que llegar a ‘saber que el Altísimo es Gobernante en el reino de la humanidad, y que a quien él quiere dárselo se lo da’, es decir, al Rey, Jesucristo. (Daniel 4:25; 7:13, 14.)
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