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Wednesday, February 23, 2011

¿Contra qué tres peligros advirtió Jesús en Mateo 5:22?



En su Sermón del Monte, Jesucristo advirtió a sus discípulos: “Yo les digo que todo el que continúe airado con su hermano será responsable al tribunal de justicia; pero quienquiera que se dirija a su hermano con una palabra execrable de desdén será responsable al Tribunal Supremo; mientras que quienquiera que diga: ‘¡Despreciable necio!’, estará expuesto al Gehena de fuego” (Mateo 5:22).


Jesús se refirió a cosas que los judíos conocían —el tribunal de justicia, el Tribunal Supremo y el Gehena de fuego— para que entendieran los grados de castigo que merecían las distintas clases de pecados, acorde con su gravedad.


En primer lugar, dijo que todo el que siguiera enojado con su hermano sería responsable ante el “tribunal de justicia”, o tribunal local. Según la tradición, este se establecía en ciudades entre cuyos habitantes hubiera al menos 120 varones adultos (Mateo 10:17; Marcos 13:9). Los jueces que presidían dichos organismos tenían autoridad para dictar sentencia hasta en casos de asesinato (Deuteronomio 16:18; 19:12; 21:1, 2). Por lo tanto, Jesús mostró que quien abriga un odio enconado hacia su hermano comete un pecado grave.


A continuación, Jesús dijo que la persona que “se dirija a su hermano con una palabra execrable de desdén será responsable al Tribunal Supremo”. La voz griega rha‧ká, que se vierte “una palabra execrable de desdén” (véase la nota), significa “vacío” o “cabeza hueca”. Según la obra The New Thayer’s Greek-English Lexicon of the New Testament, se trata de “un término injurioso que usaban los judíos del tiempo de Cristo”. 


Por consiguiente, aquí Jesús indicó que manifestar odio hacia un compañero con palabras de desprecio constituía un pecado muy grave. Tanto era así que el culpable no respondería ante un tribunal local, sino ante el Tribunal Supremo, el Sanedrín en pleno, que estaba ubicado en Jerusalén y se componía de 70 ancianos y escribas (Marcos 15:1).


Finalmente, Jesús afirmó que todo el que llamara a otro “¡Despreciable necio!” se expondría al Gehena de fuego. El término Gehena se deriva de las palabras hebreas gueh hin‧nóm, que significan “valle de Hinón”, el cual estaba ubicado al oeste y al sur de la antigua Jerusalén. En los días de Jesús, este valle se había convertido en un lugar donde se quemaban basura y cadáveres de criminales malvados a quienes no se consideraba merecedores de recibir un entierro digno. Por lo tanto, el “Gehena” era un símbolo apropiado de destrucción completa.


¿Qué significa, entonces, la expresión “¡Despreciable necio!”? La palabra empleada aquí se parece a un término hebreo que significa “rebelde” o “amotinado”. Designa a alguien desprovisto de valía moral, un apóstata que se rebela contra Dios. Por tal razón, calificar a un compañero de “despreciable necio” es como afirmar que tal persona merece el castigo que se aplica a quienes se alzan contra Dios, es decir, la destrucción eterna. Desde el punto de vista divino, es en realidad el que pronuncia dicha condena quien merece esa severa sentencia: ser destruido para siempre (Deuteronomio 19:17-19).


De modo que Jesús estableció una norma más elevada que la que trazaban los principios de la Ley mosaica. Mientras que la gente pensaba que un asesino tendría que rendir cuentas ante el “tribunal de justicia”, Cristo fue más allá. Enseñó que sus seguidores ni siquiera debían abrigar hostilidad hacia sus hermanos (Mateo 5:21, 22).

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