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Monday, February 7, 2011

ATALAYA


1. (Masculino.) Hombre que vigila, por lo general de noche, para proteger propiedades o personas de posibles daños y dar aviso ante una amenaza de peligro. En términos militares también se le suele llamar guarda o centinela. (Jer 51:12, nota; Hch 12:6; 28:16; .)

Como protección contra el robo y el vandalismo, solía haber en tiempos bíblicos personas que vigilaban las viñas u otras cosechas que iban madurando, así como los rebaños, y con ese propósito se situaban en cabañas o torres de vigilancia elevadas construidas para tal fin. (2Re 17:9; 2Cr 20:24; Job 27:18; Isa 1:8.) Las fuerzas de asedio que atacaban los lugares fortificados apostaban atalayas o centinelas que daban información militar a sus comandantes. (Jer 51:12.) Cuando el rey Saúl estaba acampado con su ejército, también tenía atalayas o vigías, cuya responsabilidad era la de velar por el bienestar de su rey. (1Sa 14:16; 26:15, 16.)

Solían apostarse atalayas sobre los muros y las torres de las ciudades para ver de lejos a los que se acercaban. (2Sa 18:24-27; 2Re 9:17-20.) A veces también hacían sus rondas de inspección por las calles de la ciudad. (Can 3:3; 5:7.) Las personas recelosas y que estaban despiertas durante las peligrosas horas nocturnas tal vez preguntasen repetidas veces a dichos atalayas si todo iba bien (Isa 21:11, 12), y era natural que los mismos atalayas anhelaran que llegara la luz del día. (Sl 130:6.) La ciudad que además de tener atalayas contaba con la protección de Jehová podía considerarse feliz. (Sl 127:1.)

Uso figurado.

 Jehová levantó profetas que servían de atalayas figurativos para la nación de Israel (Jer 6:17), y ellos, a su vez, hablaron en ocasiones de atalayas simbólicos. (Isa 21:6, 8; 52:8; 62:6; Os 9:8.) En su papel de atalayas, estos profetas, tenían la responsabilidad de advertir a los inicuos de su inminente destrucción, y en caso de no hacerlo, se les consideraba culpables de su muerte. Naturalmente, si las personas eran insensibles y no prestaban atención a la advertencia, perecían por su propio error, pero el profeta quedaba libre de culpa. (Eze 3:17-21; 33:1-9.) Un profeta infiel era tan inútil como un atalaya ciego o un perro mudo. (Isa 56:10.)

2. (Femenino.) Lugar de vigilancia o puesto de observación que solía construirse sobre los muros de una ciudad , en las zonas desérticas o en las fronteras. Las atalayas estaban destinadas principalmente a fines militares, como protección de ciudades o fronteras, pero también se construían como refugio para los pastores y los agricultores en lugares aislados, desde donde un atalaya también podía advertir la presencia de merodeadores con el fin de proteger los rebaños y las cosechas que iban madurando. (2Cr 20:24; Isa 21:8; 32:14.)

Hubo varias ciudades llamadas Mizpé (heb. mits‧péh, “Atalaya”), probablemente debido a que estaban en lugares elevados o porque en ellas se habían erigido torres importantes. A veces la Biblia distinguía estas ciudades mencionando su ubicación, como “Mizpé de Galaad” (Jue 11:29) y “Mizpé de Moab”. (1Sa 22:3.)

Jacob erigió un montón de piedras y lo llamó “Galeed” (que significa “Majano de Testimonio”) y “La Atalaya”, porque como dijo después Labán: “Atalaye Jehová entre yo y tú cuando estemos situados sin vernos el uno al otro”. (Gé 31:45-49.) Este montón de piedras daría testimonio de que Jehová estaba atalayando para asegurarse de que Jacob y Labán cumpliesen su pacto de paz.

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