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Sunday, February 6, 2011

CORÉ (posiblemente: Calvo; Calvicie).


1. Uno de los tres hijos que le dio a Esaú su esposa hevea Oholibamá; nació en Canaán antes de que Esaú se retirara a la región montañosa de Seír. (Gé 36:2, 5-8, 14; 1Cr 1:35.) Coré fue un jeque de la tierra de Edom. (Gé 36:18.)

En Génesis 36:16 se menciona a un “jeque Coré” que era hijo de Elifaz y nieto de Esaú. Sin embargo, el nombre no figura entre los descendientes de Elifaz ni en Génesis 36:11, 12 ni en 1 Crónicas 1:36. El Pentateuco samaritano omite el nombre en Génesis 36:16, y algunos eruditos creen que aparece en el texto masorético debido a un error del copista.

2. Uno de los hijos de Hebrón, de la tribu de Judá. (1Cr 2:43.)

3. Levita qohatita de la familia de Izhar. (Éx 6:16, 18, 21; 1Cr 6:1, 2, 22 [Aminadab tal vez fuese otro nombre de Izhar].) Mientras Israel vagaba por el desierto, Coré se coaligó con los rubenitas Datán, Abiram y On, así como con 250 “principales de la asamblea”, “hombres de fama”, en una rebelión contra la autoridad de Moisés y Aarón. (Nú 16:1, 2.) Estos rebeldes afirmaban que ‘la entera asamblea eran todos santos y que Jehová estaba en medio de ellos’, y plantearon la pregunta: “¿Por qué, pues, deben ustedes alzarse por encima de la congregación de Jehová?”. (Nú 16:3-11.) Más tarde Moisés llamó a Datán y Abiram, pero rehusaron presentarse, pues opinaban que Moisés no tenía ningún derecho de reclamarlos. (Nú 16:12-15.) Ante esto, se ordenó a Coré y a su asamblea, así como al sumo sacerdote Aarón, que se presentaran delante de Jehová, todos con braserillos e incienso encendido. (Nú 16:16, 17.)

Al día siguiente, Coré y los 250 hombres que estaban con él tomaron los braserillos con incienso encendido y se pusieron de pie a la entrada de la tienda de reunión junto con Moisés y Aarón. A continuación la gloria de Jehová se apareció a toda la asamblea. Entonces Dios se dirigió a Moisés y Aarón y les dijo que se separaran de en medio de la asamblea, “para que extermine a estos en un instante”. Ante esto, Moisés y Aarón intercedieron por el pueblo. Dios entonces indicó a Moisés que hiciera que la asamblea se apartase de los tabernáculos de Coré, Datán y Abiram, y así lo hicieron. (Nú 16:18-27.) Poco después, “la tierra procedió a abrir su boca y a tragárselos a ellos y a sus casas y a todo el género humano que pertenecía a Coré, y todos los bienes”. Por lo tanto, “ellos, y todos los que les pertenecían, [bajaron] vivos al Seol, y la tierra fue cubriéndolos”. (Nú 16:28-34.)

Los que estaban delante de la tienda de reunión con los braserillos llenos de incienso no escaparon, pues “un fuego salió de Jehová y procedió a consumir a los doscientos cincuenta hombres que ofrecían el incienso”. (Nú 16:35.) Coré mismo, que estaba entre ellos en aquel momento, pereció en el fuego enviado por Dios. (Nú 26:10.)

Los braserillos de los que conspiraron con Coré se convirtieron en láminas delgadas con las que se revistió el altar, “porque los presentaron delante de Jehová, de modo que quedaron santificados; y deben servir de señal a los hijos de Israel”. (Nú 16:36-40.) A pesar de esta manifestación poderosa del juicio divino, al día siguiente toda la asamblea de Israel murmuró contra Moisés y Aarón: “Ustedes han dado muerte al pueblo de Jehová”. Esta actitud provocó la indignación de Dios, de modo que a pesar de las súplicas de Moisés y Aarón, 14.700 murieron como resultado de una plaga enviada por Jehová, plaga que solo se detuvo cuando Aarón hizo expiación a favor del pueblo. (Nú 16:41-50.) Después de este suceso, se confirmó el puesto sacerdotal de Aarón cuando su vara echó brotes. (Nú 17.)

El registro bíblico indica que los hijos de Coré no se unieron a la rebelión de su padre, pues leemos: “Sin embargo, los hijos de Coré no murieron”. (Nú 26:9-11.) Más tarde, los descendientes de Coré cobraron cierta importancia en el servicio de los levitas.

En la carta de Judas se relaciona a Caín, Balaam y Coré cuando se advierte a los cristianos que se cuiden de los hombres animales que “han perecido en el habla rebelde de Coré”. Es obvio que Coré buscaba gloria para sí mismo. Desafió a aquellos a quienes Jehová había nombrado y se convirtió en un rebelde; murió con justicia como consecuencia de su mal proceder. (Jud 10, 11.)

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